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Locos por los votos - the campaign (2012)

Luces, cámara... economía #3: Locos por los votos

Las películas de Will Ferrell generalmente tienen un humor basado en situaciones exageradamente ridículas y ciertamente imposibles. "The Campaign" (2012) sin embargo, manteniendo la cuota de exageración de Ferrell, está repleta de escenas que la verdad, son bastante reales.

"La guerra tiene reglas. La pelea en barro tiene reglas.La política no tiene reglas"

-Ross Perot

Publicado: 2014-12-10

¿Te has preguntado por qué el fenómeno político -en la vida real- tiende a ser una batalla campal entre candidatos que suelen distinguirse sólo por un logo marketero, una población que solemos tildar de "electarado" y siempre una decisión final entre "el mal menor"? Bueno, la economía tiene un par de cosas que explicarte.

En Locos por los Votos, Will Ferrell (Cam Brady) y Zach Galifanakis (Marty Huggins) candidatean para obtener la representación congresal de su distrito (en EEUU los distritos electorales son más específicos que los nuestros), en una campaña llena de discursos populistas, golpes bajos, calumnias, propuestas vacías y electores que parecen aplaudirles la payasada a ambos. En tal contexto, la película tiene algunos errores de argumento (como poner al candidato Demócrata con el cliché de "Jesús, Libertad y Armas", que de hecho es el cliché de los Republicanos) aunque algo superficiales. Lo interesante aquí es que salvo las escenas ultra-ridículas (como Cam Brady utilizando un sex tape como publicidad) hay muchas cosas que la película sí le atinó (y no por ello, son situaciones menos ridículas... lamentablemente)

Así que abordaremos esto en 3 partes:
(1) el 'paquete' electoral
(2) el mito del 'electarado',
(3) el "mal menor".

Sr. Paddington, tiene la palabra:

LAS ELECCIONES SON EN PAQUETES

Para entender los procesos políticos a los que ya estamos acostumbrados, debemos tener presente lo siguiente: Lo que elegimos son paquetes (de personas, de ideas/posturas y otros activos/pasivos). Usaré un ejemplo de Martín KRAUSE: Cuando tu vas a la tienda a comprar, das tu voto a favor de ese producto que eliges (e implícitamente, en contra de los productos que descartas) y la agregación de esas preferencias genera que unas productores perduren por sobre otros (que la gente no desea que perduren). Y esa elección la haces con cierto cuidado pues tú soportas las costos de hacerla y más aún, los beneficios o perjuicios que puedan conllevar. Digamos que vas a comprar carne al mercado: procuras estar informado de qué es la carne, cómo elegir una buena carne y otros detalles porque de lo contrario, terminarás "perdiendo". Es decir, tienes los incentivos a preocuparte por tu decisión.
Pero en las elecciones políticas no funciona esa lógica sino ésta otra: Digamos que tu objetivo es preparar lasagna y vas al super-mercado a comprar la carne, la masa y la salsa. En un primer momento, asumes que estás en una lógica como la anterior y decides informarte, elegir una buena carne, buenos ingredientes para la salsa y una masa de calidad, dentro de las limitaciones de tu bolsillo. Pero a la hora de pagar en caja, te dicen: no puede elegir ingredientes separados, sólo puede comprar el paquete A (un montón de cosas incluyendo la carne), el paquete B (otro montón, incluyendo salsa) y el paquete C (no, no tiene la masa). Bueno, aunque sea el paquete A tiene pan para hacer sanguches con la carne así que lo eliges y cuando quieres pagar, te dicen: "espere un momento, todos tienen que elegir y sólo podrá llevarse el que elijan los demás", entonces, si la mayoría eligió C, sólo podrás comprar el paquete C.
Los Estados -y los servicios que vía éstos se nos proveen- funcionan bajo esa modalidad: elegimos paquetes de condiciones o "bienes" los cuales no podemos 'personalizar' a nuestro gusto, por tanto, el voto como indicador de satisfacción del consumidor (o mejor dicho, del "votante") sobre las opciones que tiene disponibles es pésimo. Lo malo, es que nuestra principal ventana de reclamo sobre la administración pública (y con esto, englobamos a todos sus servicios incluyendo las largas colas que debes soportar en un hospital público) es un voto, cada 4 años. Y eso es tan preciso y útil como lanzar granitos de arena a un tanque para detenerlo.

EL MITO DEL ELECTARADO

Éste término tan famoso en nuestro diálogo nacional es, a primera vista, correcto pero luego de ver las implicancias económicas del sistema electoral, nos damos cuenta que no existe tal cosa como el 'electarado'. Por ejemplo, cuando una mayoría de persones vuelve a elegir a Gregorio Santos, no es porque sean "irracionales" sino, porque (1) probablemente no tienen tiempo ni recursos para informarse mejor, así que tienden a hacer caso a sus dirigentes; (2) esos dirigentes dominan bien el arte de trasladar culpas a la minería; (3) la minería está bajo un sistema burocrático donde efectivamente, se convierte en un juego de suma cero.
Los limeños que eligieron a Susana o los que votaron por el "roba pero hace obra" tampoco son electarado. Sin embargo, es innegable que la democracia como sistema nos está llevando constantemente de decisiones malas a peores; pero de ésta premisa no debemos concluir: "el problema es la democracia" sino más bien, "el problema es lo que se elige democráticamente". La democracia es un gran sistema, pero si vamos a juzgar una radio por su incapacidad para reproducir películas terminaremos pensando que la radio es inútil; de la misma manera, el problema de fondo en nuestro sistema político es que tenemos un modelo erróneo de la democracia (en tanto medios y fines).
Pongámoslo en términos del ejemplo anterior: Digamos que esos 4 o 5 paquetes de bienes que uno podía elegir no son sólo de abarrotes sino que el paquete A también incluye cosas como casa, auto, pistas, etc.; el paquete B tiene otras cosas de la misma categoría pero de otra marca y forma y lo mismo para el paquete C, D y E. Llamaremos a cada categoría como "variable" y el insight es éste: mientras más variables contiene un paquete, menos probable que el consumidor tenga tiempo y recursos para informarse de los contenidos (y las implicancias) de cada paquete. En una elección política, elegimos entre -pondre una cifra exageradamente conservadora- 1000 variables, cada una con tal vez 5, 6 o 1000 posibilidades, por tanto, son cuando menos unas 5000 piezas de información. Más aún, de ese total, sólo una partecita está dentro de nuestro alcance (salvo que inviertas fuertemente en comprar revistas, periódicos, documentales, y el tiempo que implica asimilarlos a tu cerebro), pues a menos que sepas de administración de salud, administración de educación, administración de seguridad, recursos naturales, planificación vial, no entenderás mucho del significada de esas variables (la mayoría de nosotros llegamos a nuestra etapa adulta sabiendo profesionalmente sobre 1 o 2 cosas de las 100 y pico que probablemente deberíamos entender para emitir un voto 'informado').
Esa cruda verdad conlleva a que las propuestas políticas suelen marketear aspectos más "superficiales" o discursos más "populistas" para ganar votos, y eso es, asumiendo que tenemos un stock de candidatos verdaderamente conocedores, aunque en la realidad nos topamos mayormente con un rango que varía entre "sí, sabe algo" a "cómo #$%2# llegó a esa candidatura". Por tanto, las campañas se vuelven exactamente como en 'Locos por los Votos'.
En pocas palabras, nuestro modelo democrático, va en contra del Principio de División del Trabajo -el cual se demostró hace siglos como la fuente de la riqueza de una sociedad- pues pretende que todos seamos especialistas en todo, lo cual en la práctica es más utópico que la clasificación de Perú al mundial.

EL MAL MENOR

Otra de las frustraciones de la temporada electoral es que siempre terminamos quejándonos de tener que elegir entre el malo y el peor. Eso es nuevamente, porque cada candidato representa un conjunto de variables que son tantas y tan complejas, que difícilmente podemos encontrar entre las 6 o 7 opciones (o las 2, en 2da vuelta) alguna que realmente nos convenza o más aún, nos emocione.


Otro aspecto de la película (y de las elecciones) es el mercantilismo: la perpetuación de élites económicas vía poder político, pero de eso, hablaremos en otro post

EL GRAN FINAL

En resumen, el problema es éste:
- Hemos puesto una serie de servicios (ciertamente, los más importantes) a que sean administrados bajo un modelo donde el "consumidor" no tiene opción de reclamar, ya sea explícita (o sea, reclamando legalmente) o implícita (simplemente eligiendo el servicio de otro), los malos servicios que pueda preferir ni tampoco, la de acudir a un servicio que considere mejor y darle su patrocinio. Siendo la única ventana de reclamo sobre esos servicios, actualmente, un voto cada 4 o 5 años, el cual termina diluyendo cualquier tipo de reclamo en un mar de mediocridad.

- Sería mejor, tal vez, proveer dichos servicios bajo un modelo donde el "consumidor" elija si desea acceder a ellos o no, de acuerdo a sus preferencias, lo cual motivaría a dichos proveedores a mantenerse competitivos (o sea, buscar ser quienes satisfacen mejor al consumidor al menor precio). Y ésta es la democracia que deberíamos procurar tener: una donde el Estado sólo se encargue de sus funciones esenciales (que no se definen positivamente sino por defecto, es decir, aquello que no pueden resolver los privados por sí sólos, se lo encargamos al Estado), lo que implica, que las elecciones políticas serían sobre 10 o 20 variables grandes (que es más razonable esperar que la gente pueda procesarlas a comparación de las otras 1000+ variables), mientras que las elecciones sobre ese montón de servicios que el Estado liberáse, no serían cada 4 años, sino cada 4 segundos, con cada decisión "marginal" (en el sentido económico de utilidad marginal, no el sociológico de población marginada), o sea, cada acción 'pequeñita' que cada persona hace al elegir o no acceder a un servicio o no de un proveedor A, B o C. Y eso, se llama Economía de Mercado.

Ya sé que no hice muchas referencias directas a la película (pero todo lo escrito aquí se aplica), fue para no alargar más éste ya alargado post. Gracias por leer, la siguiente semana: El Hobbit 2 (claro, si junto monedas para la entrada).



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